Cada obra de Joaquim Falcó i Capdevila (Ripoll, 1966) y Meritxell Tembleque i Baeza (Barcelona, 1970), cualquiera, así al azar, evidencia ya a primera vista una profunda reflexión y, sobre todo, una factura técnica tan meticulosa como exquisita. Nos motiva sobre todo el sentimiento de pertenencia a la naturaleza, sostienen. Como ningún otro material, el vidrio representa la transformación y el cambio constante de la materia, la vida misma. Y no por casualidad aluden a un concepto filosófico que han abordado desde hace muchos siglos atrás ya diferentes religiones y filosofías.
Quim i Txell son legatarios del ‘New Glass Movement’ o ‘Studio Glass’: tendencia internacional de artífices que, desde los 50 del siglo pasado, optaron por este soporte tan plástico para expresar sus inquietudes creativas. Pero sobre todo, de cuantos de ellos expusieron en España entre 1975 y 1995. Y si en el vidrio artístico contemporáneo son habituales los parejas/dúos que comparten no solo ideas sino coautoría material, Quim i Txell cumplen también ese trámite. Si algo efectivamente nos define es la oferta de valor a cuatro manos que proponemos, afirman ambos casi al unísono.

Fundado en 2000 en Barcelona, nuestro primer taller era un espacio de apenas 70 m2. Pronto fue difícil trabajar los dos holgadamente, describe Quim. Con el tiempo, se acumulan herramientas, maquinaría… No obstante, la propia ciudad poco a poco ‘expulsa’: no es fácil encontrar espacios apropiados para el desarrollo de una actividad así.
Por otra parte, teníamos la ilusión de concentrar vivienda y taller, así que, tanto por motivos prácticos como por romanticismo, nos vinimos a Verdú (Lleida), a 115 km de Barcelona, con un centro histórico muy bien conservado y un entorno con un encanto especial. Con apenas 900 habitantes, es un municipio tradicionalmente vitivinícola y oleícola con una larga tradición de cerámica negra que ha ido a menos: de hecho, tenía casi 3.000 habitantes apenas un siglo atrás y ¡hasta treinta y tantos talleres! Hoy sobreviven tres o cuatro a medio gas, desgraciadamente. Así que, de algún modo, Quim i Txell han pasado a formar parte de la España vacía.
Nos han recibido bien tanto el vecindario como el Ayuntamiento, aunque es probable que muchos habitantes ignoren que estamos aquí. Hay una revista local de periodicidad trimestral que ha publicado más de un artículo sobre nuestro trabajo y una entrevista. Nos seduce más la tranquilidad que se respira aquí, en Verdú, que la atropellada oferta cultural de una gran ciudad.

La aventura del vidrio en detalle
Pero, ¿cómo empezó todo? Me interesaba la escultura y quería una salida laboral que no fuera la docencia, relata Quim, licenciado en Bellas Artes, precisamente en esa especialidad, en la Universidad de Barcelona. Indagando a propósito de diseño asistido en el entonces INEM, reparé en un cartel sobre un curso de conservación y restauración en la Escola de la Fundació Centre del Vidre de Barcelona (FCVB). Había visto algo sobre vidrieras y pintura sobre vidrio en la carrera, pero aquello era otra cosa… Pensé que el oficio y, sobre todo, los procesos me servirían. Así que hice la entrevista.
Era la época de Pilar Muñoz, su directora, una apasionada del vidrio y una persona sumamente generosa que nos apoyó mucho años después, interviene Txell. Cursé grado superior de Cerámica en la Escola d’Arts Plàstiques i Disseny Groc de Barcelona. Una compañera de la escuela había entrado en la primera promoción del Centre y me contaba maravillas. Así que hice el examen de competencia que exigían… Por otra parte, el vidrio me fascina ya desde niña y es, sin duda, una actividad muy afín con la cerámica.
Y ese interés común por el vidrio hizo que se encontraran: cursando el programa ‘Técnicas de Vidrio’ (1992-1995). Su propósito era familiarizarnos sin más con las técnicas clásicas del oficio, así que aprendimos soplado, vidriera, talla… Además, la escuela organizaba cursos monográficos con profesionales consagrados, sobre todo checos, y así pudimos descubrir otras técnicas y planteamientos más contemporáneos y escultóricos. Con el tiempo, concluimos que esa era la opción que más nos gustaba.

Al finalizar el programa, la Generalitat les concedió una beca para realizar una residencia en la República Checa y profundizar así en el ámbito específico de las técnicas escultóricas en vidrio. Allí establecimos contacto con artistas de prestigio internacional: Jaroslav Wasserbauer, Jaromír Rybák, Gisela Sabóková…, algunos profesores de la Universidad de Arte, Arquitectura y Diseño de Praga. De todos modos, los contenidos previos nos han servido, y mucho, para el trabajo que hacemos, describe Quim.
Trabajo que tiene que ver con el vidrio plano, también conocido como ‘float’ o flotado. El clásico de ventana, que se fabrica extendiéndolo sobre estaño fundido, y con los procedimientos de corte necesarios −una de las primeras cosas que aprendimos−. Sin embargo, hemos integrado otras técnicas. El humilde vidrio ‘float’ se encuentra en todas partes y es relativamente económico. Así que hemos investigado a fondo sus posibilidades, y dibujado así un camino propio: obteniendo volúmenes sin que se desvitrifique, introduciendo elementos entre capas… Eso es lo que define técnicamente nuestro trabajo, y deja patente de algún modo nuestro sello. Aun así, hemos tardado treinta años en llegar aquí, apunta Txell.
La verdad es que empezamos con procesos de casting, o vaciado, a partir de un modelo en arcilla. El molde refractario que se obtiene se rellena con trozos de vidrio especial y se funden en el horno. Acto seguido, trabajábamos en frío. Sin embargo, en cuanto abordamos volúmenes de más magnitud, reparamos en la dificultad de encontrar el suficiente vidrio apto para seguir con la técnica, rememora Quim.

Buena parte de los procesos que empleamos responden a lo que se conoce como ‘técnicas de horno cerrado’ o de mufla; es decir, el proceso de fusión sucede dentro del horno. Nada que ver, por ejemplo, con el trabajo de un soplador, sacando el vidrio del horno, volviéndolo a introducir… En primer lugar, las planchas adquieran color en el horno y, a continuación, las extraemos, las cortamos y volvemos a introducir los trozos apilados para obtener un volumen suficiente de fusión. Posteriormente, iniciamos el trabajo en frío.
Quim i Txell despliegan su alquimia ya desde el principio. Al float le damos color con otro vidrio compatible, parecido a un esmalte, y el resultado de la fusión es un único vidrio. Habitualmente, los vidrios no se mezclan porque son, por decirlo así, de familias distintas… No obstante, el fabricante de esas fritas, en polvo o en granalla, garantiza que sus coeficientes de dilatación son compatibles con el float y que le proporcionarán indefectiblemente color y otros efectos. Y, en general, así suele ser, explica Quim.
Y los resultados son previsibles porque antes hemos hecho los experimentos oportunos. Aun así, siempre hay sorpresas y reacciones inesperadas: hay colores, por ejemplo, que no soportan excesivas hornadas y pueden cambiar o sufrir alteraciones. Aunque hagamos estos ajustes, la experiencia y el conocimiento acumulado nos han permitido rebajar poco a poco el margen de error y asegurar bastante todos los procedimientos. Con producciones de cierto tamaño no podemos permitirnos descuidos: además del tiempo invertido, sería un lujo desechar tanto material…
En cuanto al trabajo posterior en frío, los conocimientos que Quim i Txell adquirieron en la República Checa juegan un papel clave. Sabíamos algo del trabajo en frío, pero más enfocado a la talla de vidrio hueco. Son procesos bastante parecidos, incluso parte de la maquinaría o los abrasivos empleados son los mismos. Aprendimos cómo utilizar los recursos, pero con un planteamiento más volumétrico; es decir, no a decorar una superficie sino a modelarla, cada vez de forma más sutil.

Cuando artesanía y arte se con-funden
El epígrafe del IAE de Quim i Txell corresponde a ‘Manipulado de vidrio’, que no deja de ser una denominación muy precisa porque, efectivamente, es lo que hacemos. Nos definimos como artesanos tallistas o escultores, porque es muy importante para nosotros. De hecho, somos miembros de la Associació Catalana de les Arts del Vidre (ACAV). Incluso en 2011, Artur Mas, entonces presidente de la Generalitat, les concedió la distinción de Mestres Artesans, a petición de la Asociación de Artistas y Artesanos del FAD.
Si lo que hacemos es arte o no, queda a criterio de cada cual… Y los títulos de sus esculturas –La metamorfosis del libro, Sopa de piedras, Semillas de la memoria…−, tan evocadores como poéticos, tampoco facilitan una decisión al respecto. Como no sirven para nada y no tienen más utilidad que la pura recreación, pues les hemos puesto título…, apunta Quim con ironía.
¿Y el papel de las peanas o soportes, ya sean de metal, madera, piedra…, a menudo imperceptibles, que incluye cada obra? Básicamente, empleamos esos tres materiales, si bien la piedra siempre nos han interesado: es más, en alguna ocasión hemos mezclado, literalmente, piedra y vidrio. Por otro lado, el metal es muy versátil y lo empleamos para incrementar la sensación de ligereza. Ya en Bellas Artes me sedujo especialmente manipular metales y, de hecho, adoptamos soluciones muy sencillas. No hemos tenido que recurrir, por ejemplo, a un herrero o un forjador.

En cualquier caso, intentamos que estos elementos, que prestan apoyo y/o equilibrio a la obra, se integren con el vidrio, que sean parte incluso de la propia obra y no algo externo añadido. Y esa conclusión supone otro peldaño más, conceptualmente hablando. A veces tardamos tiempo en encontrar el modo de presentar la obra sin que rechine en este aspecto; en otras, en cambio, tenemos muy claro ya desde el principio cómo montarla y presentarla.
¿Y la comercialización? Aunque hemos colaborado puntualmente con alguna galería, ahora mismo no tenemos compromiso alguno; no obstante, con nuestros últimos trabajos sí nos hemos planteado esa necesidad. Y el motivo es que se trata sobre todo de piezas únicas, aunque también hacemos series de piezas diferenciadas vinculadas por un mismo concepto. Desde el principio, para pagar las facturas, hemos priorizado tres aspectos: encargos de interioristas, arquitectos, artistas o artesanos…; docencia, tanto en el Centre hace años como en cursos monográficos que impartimos en nuestro taller y/o incluso en otros países; y, obviamente, nuestra propia producción.
Haciendo balance, hasta la fecha Quim i Txell han expuesto ya en más de quince países, desde Alemania, Bélgica o Dinamarca, a Costa Rica, México o Japón. Además, han asistido a eventos de prestigio como la Bienal Internacional del Vidrio en Iberoamérica (BIAVI), en 2022; la Bienal of Glass Bulgaria (IBG), en 2021; o en The Coburg Prize for Contemporary Glass, en 2014. Su obra figura en espacios públicos como la Biblioteca Lambert Mata (Ripoll, Barcelona), el Museu de Ciències Naturals de Barcelona o el Museo de Arte en Vidrio de Alcorcón (MAVA).

En ‘Révélations’…
Exponer allí ha sido espectacular. Hablamos del Grand Palais Éphémère, situado en el Campo de Marte frente a la Torre Eiffel, relata Quim. Estamos satisfechos: ha sido quizá nuestra experiencia de participación más relevante en una cita internacional. El nivel de las artesanías de creación presentes es espectacular. Que la inaugure Rima Abdul Malak, la ministra de Cultura; y, más tarde, su homóloga de Quebec haga lo propio en ‘Le Banquet’, da una idea de su transcendencia no solo en Francia.
Esta edición ha superado los 39.000 visitantes de la de 2022, ¡más de un tercio de ellos profesionales! Volvemos con otra perspectiva: si hablamos de pieza única, en España arrastramos prejuicios sobre los límites entre arte y artesanía que impiden avanzar… Salones como ‘Révélations’ dejan patente que sí hay un mercado de piezas de artesanía de autor, matiza Txell. La importante presencia de artes del vidrio, nos ha dado una idea bastante precisa del estado del sector a nivel internacional, realmente muy activo. Pero, sobre todo, hemos recabado información sobre galerías especializadas: pronto contactaremos con las que ya nos interesaban –y teníamos información ya− y con profesionales y nuevas galerías con las que hemos coincidido. El hecho es que nuestras piezas han gustado y el balance es positivo, concluyen.
Un reportaje de Miguel Bertojo.