Y seguimos con una nueva entrega de talleres dispersos por la España vacía, en esta ocasión en Asturias. ‘Texedora’ y ‘filandera’, una de las ya escasas todavía en ejercicio en el Principado, Paz Mesa (Las Caldas, 1971) representa no solo el oficio, sino el compromiso y la voluntad inquebrantable –con el consiguiente esfuerzo añadido− de recuperación, conservación y memoria de prácticas tradicionales centenarias.

Nerviosa, inquieta, locuaz… Diplomada en empresariales y funcionaria en excedencia, Paz dejó la administración autonómica primero y la Universidad de Oviedo después para convertirse –tras formarse en Asturias y en Madrid, con Lala de Dios− en una profesional de la artesanía a tiempo completo en la diminuta aldea de Puerma, y en dos oficios que son su forma de vida. Al principio nos fuimos a un concejo próximo, en Morcín; más tarde, probamos en Nava, famosa por su sidra. Finalmente, compramos esta casa en 2000.
Y ahí va la pregunta del millón: ¿es lugar idóneo para desarrollar la actividad y, sobre todo, para la provisión de materias primas? Los pedidos y repartos llegan bien; por otra parte, hay bastante buena cobertura de red, aunque no en todo el concejo: he tenido suerte porque hay una antena cerca. En mi caso es básico para gestionar la página web a punto de estrenar o las redes sociales… No hay teléfono fijo porque las empresas de telecomunicaciones ya no lo instalan en las aldeas…, asegura.
Puerma es un concejo sobre todo ganadero, con rebaños de cien o doscientas vacas lecheras −muchas para lo que es habitual en Asturias−, pero también agrícola. La conversación se detiene unos segundos por el ruido de un chivato: estoy tiñendo lana y me avisa de que ha llegado ya la temperatura. Tengo mucho interés en la lana asturiana, sobre todo de oveja xalda: una raza que corre riesgo real de extinción, pero que vistió a la población desde el tiempo de los astures. Incluso el historiador griego Estrabón escribió en el libro III de su Geografía que ‘[…] los astures vestían con capas de lana negra […]’. No queda duda por tanto, advierte tras dar cuenta de su otra pasión.

Aunque hay xaldas blancas, son sobre todo negras. Hay pastores con rebaños todavía y yo misma tengo uno pequeño para autoabastecerme. Mi madre tuvo xaldas y me contaba sus peripecias de criatura cuando la ‘echaban’ al monte a cuidarlas hasta que cumplió años y tuvo la fuerza y destreza suficientes para ocuparse de tareas más duras. Siempre empleo esta lana y me parece sumamente importante que se sepa que existe. Así que en todos los talleres en los que participo, aprovecho para divulgar sus bondades. Curiosamente, muchos asturianos ignoran que es una raza autóctona…, desvela con un tono de preocupación.
Es una lana más gruesa y rústica, con unas tonalidades maravillosas que van del marrón casi negro al gris cano, lo más parecido a la oveja que aquí llamamos ‘cardina’. Son unos tonos maravillosos, expresa con absoluta pasión. Sirve para ciertas cosas y no para otras como emplearla en bufandas: picarían muchísimo… Sí sirve en cambio para cojines. Por primera vez, he enviado la lana a la hilatura WoolDreamers (Mota del Cuervo, Cuenca), que está haciendo una apuesta decidida por las razas autóctonas y por pequeñas producciones. Hasta ahora hacía yo misma, ¡a mano!, todo el proceso.
Y el motivo no es baladí: con la deslocalización de los años 70 del pasado siglo, el grueso de pequeñas y/o medianas hilaturas desapareció. Así que al no haber donde procesar la lana, los pastores se deshacían de ella… WoolDreamers ha supuesto una oportunidad. La alternativa podría ser enviarla a Francia a plantas de hilado todavía operativas, pero el precio se dispara hasta alcanzar el de la alpaca o la seda… Por si fuese poco, con el inconveniente añadido de que exigen al menos una tonelada para hilarla.

Los nietos de los fundadores han reabierto el establecimiento y, de hecho, trabajan con carrazana o con ovella galega, otras dos razas autóctonas. Sus lanas vuelven así a tener de nuevo la consideración de recurso y no de residuo. En noviembre me llegó la primera entrega procesada y ya he empezado a comercializar los primeros productos: cojines, mantas, pequeñas alfombras… Aun así, tengo que testar a fondo en qué otros productos puede ser viable. La lana de merina no se puede emplear en una alfombra: es demasiado fina y apenas soporta el roce… Así que estoy en ese punto.
Pero en toda Asturias no hay suficientes xaldas; de hecho, son apenas 4.000 madres y la cantidad mínima para que una raza no corra riesgo de extinción, al menos en el sector ovino, es de 8.000 madres… ¡Todavía faltan! Progresamos y lo cierto es que la asociación de criadores lo está haciendo bien, incluso hay ya restaurantes con cordero xaldo en sus menús. Paradójicamente, y para que la raza no se extinga, sus productos se tienen que usar o consumir…
En lo que respecta a Paz, estoy teniendo demanda para recreaciones históricas o para indumentaria tradicional. De hecho, trabajo desde hace años con un grupo de investigación etnográfica vinculada sobre todo a la cultura musical asturiana. Y la razón es simple: soy gaitera y mi marido también -antaño incluso curtía los fuelles del instrumento hasta que se empezó a emplear el Gore-Tex…-. Y así una de las líneas de producto que mantengo son efectivamente vestidos para gaita. Cuando empecé a tejer, hace ya diez años, fue lo primero que hice: aderecé los tonos marrones de la lana con cochinilla y, más allá de las gamas que obtuve, están como el primer día, asevera.

Ya en 2017, Paz recibió el primer premio de la II edición de ‘Indumentaria tradicional’ de Grau por sus vestimentas de lana y estameña propias de las clases humildes asturianas del siglo XIX, teñidas y tejidas por ella misma. Pero también acreditan su compromiso otros galardones vinculados al emprendimiento rural o a las artes y prácticas tradicionales. En cualquier caso, mi mayor premio es poder dedicarme a mi pasión: el tejido.
Aun así, quiero que esta lana se adecúe de un modo u otro a usos más contemporáneos. Si se asocia exclusivamente a la vertiente tradicional, ¡morirá! Si insisto en esa posibilidad es por compromiso personal y por sentimiento porque es un producto de nuestra cultura. En todo caso no hay que olvidar que la contemporaneidad tiene que ‘beber’ necesariamente de la tradición. ¡Esto es clave! Esta primera entrega de la hilatura me va a permitir hacer una mayor difusión y divulgación de sus bondades. En cualquier caso, y aunque confecciono con xalda, también lo hago con merina blanca, a la que le hago un teñido previo; con alpaca y con seda natural. También tejo a menudo con lino.
Y, por supuesto, todo con sus cuatro telares de bajo lizo: uno centenario de castaño de origen gallego, de Ribeira de Piquín (Lugo) –operativo y en óptimas condiciones, con la urdimbre preparada casi exclusivamente para indumentaria tradicional−, con su peine de cañavera impecable; otro de tamaño medio, de un metro de ancho; un tercero muy grande, de 1,50, proveniente de Tarragona; y, por último, uno pequeño para muestras, de 40 cm de ancho.

Paz imparte regularmente cursos para transmitir su filosofía textil, alejada del consumismo y la producción en serie masificada. Para estos talleres recurro a los tres telares. Son perfectos para docencia. Las alumnas suelen pasar aquí un fin de semana, describe. Imparto un taller de procesado completo de la lana conjuntamente con otra iniciativa: ‘Oficios vivos’, que convoca cursos de diferentes oficios de talleres artesanos en el medio rural.
Es un taller que está, por un lado, enfocado al procesado –visita previa a las ovejas incluida: su origen−; y, por otro, a la cultura culinaria, musical… del entorno donde está radicada la actividad. Suele concluir con la espicha clásica de tierras asturianas y el consumo de sidra hasta vaciar el barril, y buena música. A este taller en particular suelen concurrir gente de todo el territorio peninsular. Es casi una inmersión completa.
El taller de Paz en su totalidad, procesos de tintado incluidos, ocupa más de la mitad de la casa, lo confieso. Cuando tinto, hasta el lagar de la sidra se convierte en parte del taller de tintorería… El hórreo original de la casa estaba muy deteriorado por un incendio y lo reconstruimos con toda fidelidad. El caso es que nos ha regalado tres más, uno de ellos del siglo XVI… En Asturias hoy en día se estima tanto la cultura que se regala… ¡Es un desastre que tal cosa suceda! Lo curioso es que una sociedad de conservación del hórreo asturiano nos otorgó un premio por la rehabilitación de sus tallas y policromías −originalmente de pigmentos minerales y linaza− de motivos protectores paganos: cuatrisqueles, flores del agua…, y por la conservación del entorno.


Me gusta sobre todo la lana, mi predilecta, por sus características tan estupendas: flexibilidad, suavidad/rusticidad… El abanico que ofrece es enorme; de hecho, la delicadeza que se obtiene al mezclarla con seda es increíble. Pero, sobre todo, es un producto de proximidad. Además de tintes ya históricos −como la cochinilla de Canarias, el índigo, la rubia, la gualda…−, empleo habitualmente otras especies arbóreas y plantas tintóreas del entorno: desde el nogal –tanto la corteza como las hojas o el fruto−, al abedul…, enumera.
No solo obtengo así tejidos más sostenibles que aportan mucho más que unas tonalidades diferenciadas. Es preciso evitar cualquier producto químico tóxico y potenciar −insisto−, las lanas nacionales, en lo posible orgánicas. Algo aún difícil, pero todo se des-andará. Curiosamente, la demanda y el consumo de lana se han incrementado: las fibras acrílicas sintéticas son más baratas, pero no tienen propiedades térmicas ni bactericidas, ni se comporta igual en lo que respecta al olor. No tienen ni por asomo las propiedades que caracterizan a la lana.

En octubre, Paz participó en la exposición sobre economía circular, en el marco de la semana de los Premios Princesa de Asturias, en homenaje a una de las galardonadas: Ellen MacArthur, Premio Cooperación Internacional. Su muestra de tintes naturales y telas tintadas fue la antesala de la exposición que ojalá establezca una tendencia. Estos tres últimos años los he dedicado a poner en marcha todo este complejo. Ahora me falta el capítulo ferial, tanto citas locales como de venta, más profesionales, en las que encajen mis productos. Me gusta hacer demostraciones para acercar el oficio al público. La sociedad ha estado viviendo en esta última época de espaldas a la artesanía y es urgente que la valore: no se valora lo que no se conoce…, concluye risueña.
Un reportaje de Miguel Bertojo.